Situaciones como la vivida por la población que circunda el Rio Doce son la cruda muestra de lo que juntos hemos denunciado desde el inicio de nuestra Campaña Global: que la actividad de las empresas se produce a expensas de la vida de los pueblos y sus comunidades, violando sus derechos humanos sin importar el país en donde operen. Mariana, como otros crimenes de empresas en muchos paises del mundo, desenmascara la “responsabilidad social corporativa” y evidencia el engaño detrás de la lógica de la regulación voluntaria.
Luchamos juntos por la justicia y compensación a las y los afectados, caso a caso, pero también para acabar con el poder económico y político extremo de las Empresas Transancionales que manipulan nuestras democracias, y en particular a la justicia.
La movilización por un tratado internacional sobre derechos humanos y ETNs es parte de este proceso, es la forma en que la lucha en Mariana se solidariza con los mineros de Marikana (África), con los Indígenas de Dakota del Norte (EUA), con las trabajadoras de Rana Plaza (Bangladesh), con los pueblos afectados por la Chevron Texaco en Ecuador y las comunidades que resisten al espolio social y ambiental en Honduras.
¡Globalicemos la lucha por la soberania de los pueblos!