En medio de ese escenario, han sido comunes las entusiasmadas manifestaciones oportunistas de sectores de izquierda anti-gobierno con pretensiones electoralistas en torno a la judicialización de la política. Al contrario de lo que sugieren estas manifestaciones, la judicialización de la política no se orienta hacia la izquierda, mucho menos a una “revolución política”. Sugerir eso demuestra un retroceso de las expectativas y los horizontes estratégicos y un vaciamiento del significado de qué se entiende históricamente por “revolución”, una infantil broma para ser agitada de forma torpe en las redes sociales. El oportunismo que hoy abraza ese espectáculo abre el camino para la capitulación del mañana. No faltan trágicos ejemplos que siguieron esa vía.
Ante todo, la judicialización de la política juega efectos ideológicos que repercuten en ideas y nociones conservadoras de una salvación nacional por manos del poder judicial, la policía o las fuerzas armadas. Tanto el escepticismo, la indiferencia, el ascenso de discursos de odio y resentimiento con la política menospreciada por los partidos de la democracia burguesa son el caldo de cultivo de una pensamiento fantasioso. Una noción de la política que excluye la participación popular y gobierna por las técnicas de control y orden. Puede dar un marco a la imaginación autoritaria de donde nacen las criaturas más infames de la política.
Es por la vía de estos artificios que un golpe blando está en curso. Es más, digámoslo francamente para evitar equivocaciones: este es un tipo de golpe orquestado por sectores de derecha del congreso, del poder judicial, de los medios, de las organizaciones patronales que toman coraje por la situación ridícula y patética en que cayó el PT, las autoridades del gobierno y las burocracias de los movimientos populares que forman parte de su arco de sustento. Un PT que cae a la fosa común de la política burguesa es la coartada perfecta para una ofensiva que viene a castigar los derechos y liquidar recursos y servicios públicos.
El sistema de dominación capitalista no lleva la Constitución debajo del brazo para actuar. Cuando tiene oportunidad, turce la legalidad, quiebra el estado de derecho, se mueve en las reglas del juego de la fuerza e impone su poder de facto. Cuando la izquierda trato de hacer reformismo apoyada en esa estructura legal, fue, primeramente, empujada a retirar sus recursos organizativos e ideológicos, para rápidamente pasar a ser severamente reprimida. En la historia hay varios episodios que cuentan eso.
Pero ese no es el caso del PT. El Partido de los Trabajadores, parafraseando a Lula, fue acobardando su reformismo desde los años 80 para alcanzar el gobierno en las elecciones de 2002 con un programa negociado con las estructuras de poder dominantes. Fue un eficiente y esmerado gestor de turno de capitalismo brasileño, asociado con patrones, banqueros y ruralistas, amigo de una oligarquía repugnante. El PT atrajo a un sector de la derecha para un pacto de clases con un plazo de validez y lo peor que se convenció y sigue convencido que se puede confiar en el sistema de las clases dominantes.
El fracaso de la colaboración de clases que soñaba el PT y sus gobiernos arrastró al movimiento sindical y popular, tiraron la independencia de clases en la lucha de la clase trabajadora, dividieron y burocratizaron las organizaciones de resistencia. Haciendo toda una cultura política que produjo un sujeto domesticado por el poder, que pone frenos y cabestros a la lucha de clases.
Si este proyecto siempre rezaba sobre las reglas del juego institucional del Estado burgués, en el campo popular nunca abandonó la posibilidad de pisotear los más elementales principios de la democracia de base. Fraudes en elecciones y asambleas de organizaciones sindicales y estudiantiles, maniobras, agresiones y persecuciones a corrientes y militantes disidentes se fueron afirmando como el guión por excelencia sobre la base de los movimientos sociales más grandes que dan sustento al proyecto “democrático-popular”. En este sentido, es sintomático notar que las burocracias de los movimientos populares son mucho más enérgicas y combativas en la defensa del gobierno de turno que en defender a la clase, constantemente, degradada por ese mismo gobierno y por los bajos acuerdos conseguidos por sus sindicatos con los patrones que hoy convocan a la liquidación de ambos.
Por otro lado, activado en la sociedad una represión furiosa de lo que no fue, que despierta odios y abre espacios para la emergencia en las calles de sectores fascistizante de extrema-derecha, que, animados por esa misma represión, buscan hoy un linchamiento público de todo lo que huela a izquierda, por lo que es digno de la ventana del PT.
Quien quieren asumir el gobierno ahora y pasar por encima de la carroña del PT son los partidos de la oposición resentidos por permanecer fuera del control de esa estructura de privilegios, más que nunca se quedaron fuera de la asignación de recursos públicos y de la fiesta con los patrones sobre el presupuesto y el patrimonio público. Pero también está el mercado con el sistema financiero y los industriales que ganaron todo tipo de intereses, beneficios y privilegios durante los mejores días de la narrativa de crecimiento económico. Los prestamistas, evasores de impuestos, genocidas del pueblo indígena y negro, que hacen de cuenta que están fuera del esquema. Ellos le escupieron al plato del que comen, engordaron con el PT y ahora quieren hacer el escenario de imposición del ajuste en su grado máximo. Un ajuste que busca romper de una vez los derechos de los trabajadores, hacer la cama para los vampiros de las patronales que pretenden precarizar aún más las condiciones de trabajo, imponer el PL a las tercerizaciones, reformar las pensiones, mantener la quiebra fraudulenta, tirando a los trabajadores víctimas de accidentes laborales a la calle como si fueran residuos, despidiendo en masa para volver a contratar en condiciones cada vez más precarias.
Este es el golpe que está en proceso. Que se vale del PT socio de corrupción con los contratistas, avalador del ajuste, de la entrega de pré-sal, autor de la ley antiterrorista, de la UPPs, de la paralización de la reforma agraria y de la violencia contra los pueblos indígenas y quimbolas. Que lo toman como patético rehén y lo condenan públicamente para hacer el ajuste aún más profundo y sangrar sin límites a las clases oprimidas.
El corto plazo promete un concierto por arriba. Sea como sea, viene un gobierno de coalición agresivo contra los trabajadores y el pueblo. Independientemente del resultado de este espectáculo trágico, lo que veremos será anti-petistas y gobernistas cada cual a su forma, buscando hacer valer el ajuste, aunque con grados de variación distintos. El empuje no solo está viniendo de frente desde la derecha ideológica, sino también por las costas, aplicada por un gobierno y el partido que no deja de hacer valer un discurso emotivo e irracional, que erige mitologías y fetiches en torno a un pasado de lucha como forma de crear una cortina de humo su ajuste y su proyecto político de centro-derecha.
La eterna espera del “giro a la izquierda” en estos días se manifiesta en la defensa intransigente de un Lula ministro que no esconde que llega para intentar salvar la alianza con el PMDB y el resto de la base aliada, subastando lo que puede, con las rodillas dobladas cada vez más a la derecha. En cuanto a la cortina de humo mediática, se agita una polarización “retorcida”, la mano se cierra en acuerdos por el avance de las privatizaciones de las empresas estatales y el adecuamiento del aparato represivo para una mayor criminalización del pueblo en lucha.
Estamos en contra de este golpe, ya que implica un corte profundo en la carne de las clases oprimidas y abre el camino para una correlación de fuerzas aún más desfavorable para los de abajo. Pero no admitimos negociar ningún derecho como moneda de cambio de este gobierno moribundo que cavó su propia tumba al traicionar las expectativas de los / las trabajadores / as y sancionar la ley antiterrorista en plena crisis política. Vamos a luchar realmente contra esta tentativa de golpe, sin adherir a reboquismos y al mismo tiempo sin perdonar al reformismo especulativo, mediante el fortalecimiento de una posición de izquierda, de combate y a partir de la concepción de que solamente podemos contar nosotros mismo y con el pueblo en lucha organizado construyendo su propio camino, contra todo golpe históricamente aplicado por los/as de arriba contra los/as de abajo.
Nuestro lugar en esta dramática y decisiva disputa es hacer valer la independencia de clase como la alternativa real de las clases oprimidas. Una alternativa de clase que en el corto plazo, marcada por el trágico desmantelamiento organizativo del tejido social, se traduzca en la más resuelta solidaridad de clase. Dar disputa ideológica en defensa de las luchas que surgen desde abajo y aportar a toda solidaridad posible; buscar extender y masificar las huelgas, ocupaciones, actos contra las medidas de austeridad y carestía para, a partir de ahí, acumular fuerzas reales para radicalizar la independencia de clase, colocándolo como embrión de poder popular, de un fuerte y solidario puño para extender a los oprimidos de todos los rincones del país y golpear de forma orgullosa y valiente a los patrones, gobiernos y también al reformismo y a la traición de clase.
A organizar los diversos sectores que componen a la clase trabajadora, construyendo movimientos sociales y fortaleciendo su protagonismo popular, guiando su autonomía y combatividad! Solo el avance del poder popular será capaz de dar respuesta tanto al avance de la onda conservadora que toma el país, como a resistir a los retrocesos impuestos por el gobierno.
Una sola clase, una sola lucha!
Derrotar a la derecha golpista y avanzar en la lucha contra el pacto de clases!
Por el socialismo y la libertad!!!
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Entre a farsa do pacto social e a tragédia golpista: só a luta de classes decide!
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